Juguetes de Interior

 


Es curiosa la reciprocidad que encierra un juguete cuando el niño que lo adquiere experimenta la misma satisfacción que el adulto que lo entrega. El objeto más anhelado por nuestros hijos es el que más se disfruta cuando se da. Atrás queda la búsqueda, el estudio del precio, el lugar donde obtenerlo y la elección del momento. Curiosamente la cara de felicidad del que lo entrega está destinada a ser siempre inadvertida pues, cuando somos niños solo tenemos ojos para nuestro regalo y, cuando adultos, solo los tenemos para la reacción de nuestros hijos ¡cuántas caras de “bobos” se han perdido las cámaras ocultas al no gravar nunca la expresión de quienes entregan el obsequio!

Pero bueno, no nos vayamos por las ramas, aquí lo que importa es el juguete, o por lo menos, es de eso de lo que pretendo hablar.

Los hay de diferentes materiales, tamaños, colores y formas, pero al final todos tienen una única cosa en común: los niños le dan vida con su imaginación. Y es que sin eso, sin cogerlos, sin zarandearlos, sin darles patadas, sin lanzarlos por los aires, sin... romperlos por el uso tan intenso que les dan con su creatividad, sin eso, sin ese desgaste, los juguetes no sirven para nada, rebajándose a meros objetos de decoración.

Hace tiempo, comentándole a mi jefe sobre los juguetes que iba a traerles Papá Noel a mis hijos por Navidad, me contó que él le compró una vez al suyo una réplica perfecta de un barco pirata y que, veinte años después, aún lo conservaba en su caja original donde no le faltaba ni una sola bala de cañón. Y no entendió cuando le dije que entonces eso nunca llegó a ser un juguete.

Los juguetes son para jugar, no para coleccionarlos: dejen que se rompan. Y por favor, no regalen camiones para luego no dejar bajar a los niños con ellos al parque, a la playa o al campo. No regalen disfraces de princesa Disney o de superhéroes, para que solo puedan salir de casa con ellos en Carnaval. Con una excavadora se juega en la grava, en la arena. Los coches teledirigidos tienen que pasar por rampas, desniveles y charcos. Hay que sacar las acuarelas al parque, peluches y muñecas han de salir de excursión. Y otra cosa, no destrocen la ilusión de un niño comprando de una vez, por Amazon, todos los cromos de la temporada completa, porque así sale más barato. Alarguemos el deseo en el tiempo con un paquetito por semana: los sueños, los proyectos, la esperanza y la ilusión son intocables, son los motores de la vida y hay que regarlos solo un poco cada día para mantenerlos verdes y frescos.

Y para terminar, siempre que puedan, no olviden que hay otro momento en el que los ojos de nuestros hijos brillan igual que cuando le hicimos el regalo del juguete, y es cuando nos tiramos al suelo con ellos y nos ponemos a jugar.


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