De padres a padres
Si hay algo de lo que estoy convencido, es que no hay nada más importante en un individuo que la educación que recibió en casa de pequeño. Es cierto que tienen mucho peso los conocimientos aprendidos en el colegio, la experiencia que se adquiere superando los baches de la vida, o la formación enfocada a desarrollar con soltura una determinada labor. Pero nada de eso es comparable a los valores asimilados durante la infancia en nuestro propio hogar. Esa época de nacimiento y maduración de nuestra personalidad, para mi opinión, es crucial en lo que se refiere a la persona que seremos hasta el fin de nuestros días.
Por eso (y vuelvo a repetir que bajo mi más humilde opinión), no entiendo por qué si para dar a luz existen cursos gratuitos de preparación al parto, si para entretener o para mejorar nuestra salud o nuestros conocimientos, se imparten cursos prácticamente gratuitos de cocina, baile, guitarra, … promovidos por los ayuntamientos, por qué en ningún momento se plantean cursos (actualizados al momento en el que vivimos) de cómo educar a nuestros hijos en valores. Solo una pequeña guía para que los padres inexpertos podamos hacer frente a las situaciones cotidianas que se presentan al vivir en familia, el cómo intentar resolverlas, sobre qué no hacer para no empeorar las circunstancias. Algo genérico pero de bases firmes sobre las que plantar los cimientos de lo que nos gustaría inculcar en nuestros hijos.
Si es tan importante educar, y ser padres es casi siempre guiarse por nuestros propios instintos aprendiendo de nuestros errores, ¿por qué diantres no se les ocurre a nuestros gobernantes ofrecer clases gratuitas para futuros papás? Lugares donde los padres expertos, aquellos que vienen de vuelta tras haber criado a varios hijos, puedan compartir sus trucos y vivencias.
Bueno, ahí queda en el aire esa reflexión. Ahora, para dar ejemplo y desde mi joven experiencia, os expongo los consejos y trucos que voy aprendiendo y que me funcionan.
Bien, en casa somos cuatro: mi esposa y yo, y mis chicos de cinco y ocho años. Obviamente cada consejo debe ser adaptado a la edad, a las capacidades de nuestros hijos y a las diferentes estructuras familiares, pero bueno, a groso modo esto queda así:
.- Un niño, un número de teléfono: Desde que mis hijos estaban en infantil, todas las mañanas, de camino al colegio, repetíamos mi número de teléfono y cuando lo memorizaron, el de mi mujer. Número a número y de tres en tres: Seis, siete, nueve. Cuatro, …, …. Siete, …, tres. Luego, en casa, les pedíamos que llamaran a mamá o a papá desde el fijo para decirles cualquier cosa (de ahí la importancia de enseñarle número a número; a esas edades no saben marcar el 67 pero sí el seis y el siete). Siempre les decimos que si algún día se pierden, se acerquen a una señora con hijos y que le digan que se han perdido y que si puede llamar a esos números.
.- Leer y escribir siempre que se pueda:Antes de dormir un cuento. Antes de la pandemia, íbamos dos viernes al mes a la biblioteca pública infantil con los niños, elegíamos cinco cuentos y los leíamos en casa por las noches. El ratoncito Pérez o el Hada de los dientes, siempre les deja una moneda y un pequeño texto para que lo lean. A veces jugamos a la búsqueda del tesoro (papelitos con pistas, escondidos por la casa, que indican dónde se encuentra el huevo Kinder). Cuando nos enfadamos nos pedimos perdón por escrito (lo siento mamá, no lo vuelvo a hacer. Te quiero muac). Escribimos cartas a Papá Noel, o a los Reyes Magos y también las recibimos de ellos. Escribimos postales desde los lugares de vacaciones a los abuelos. Escribimos notas en los regalos y nos ayudan escribiendo la lista de la compra. En casa tenemos siempre post it y lo llenamos todo con mensajes terminados en “te quiero”.
.- Juegos portátiles tradicionales: En la guerra contra los dispositivos móviles, cuando salimos de casa, tratamos siempre de llevar juegos tradicionales “de Bolsillo” cuyos tableros son plegables (Parchís, Oca, Ajedrez, Cartas,...). Para jugar juegos con dados, usamos dos dados a la vez y aprendemos a sumar sin darnos cuenta.
.- Los niños cruzan solos: En pasos de cebra y semáforos, paramos y les preguntamos ¿podemos cruzar? Cuando ellos deciden que si ( y después de asegurarnos que están en lo cierto), les decimos que crucen y dejamos que vayan un paso por delante de nosotros.
.- Quien no pone la mesa no come: A la hora de las comidas, llevar lo más pesado y peligroso. Luego cada niño lleva su propio tenedor, cuchara y servilleta. Idem al terminar.
.- Trabajo de casa, trabajo de todos: Un niño pequeño no puede poner la lavadora, pero sí puede sacar la ropa lavada y echarla en el cesto. No puede tender, pero sí darnos las pinzas mientras tendemos. No puede hacer la cama, pero sí alisar las sábanas y subir los peluches. No puede limpiar los cristales, pero sí pulverizar con limpiacristales donde le pidamos, … Nuestros pequeños imitan lo que ven y ven cuando se les hace partícipes.
.- Primero se recoge, luego se reprende: Cuando algo se cae, se derrama, se vuelca, se hace añicos contra el suelo, … hemos de hacer de tripas corazón aguantando nuestro enfado y decirles que lo recojan o lo limpien inmediatamente. Luego, una vez solucionado, se habla o se amonesta para que no vuelva a suceder. En casa no perdemos tiempo con lamentaciones: las cosas pasan, se solucionan y se recapacita para evitar que vuelvan a ocurrir. En ese orden.
.- Otros: En casa (y solo en casa), todos hacemos pis sentados, se come con la boca encima del plato y las cosas se dan y se colocan en su sitio, no se tiran. “No es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia”.
En la cocina, reloj analógico (verán cómo aprenden la hora sin apenas darse cuenta).
En el parque, si tienen más de un niño Walkie Talkies ( muy práctico, un walkie para el mayor y el otro para nosotros).
Aporten, compartan y difundan. Escriban lo que piensen y añadan los trucos y consejos que les funcionan en comentarios. Y no olviden compartir para que llegue a esos padres que acaban de empezar.
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