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Mostrando entradas de julio, 2023

Consejo VII. Encuentra tu manera.

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  .- ¡Papá, es que no lo aguanto! Eiden se pone a cantar, a gritar,.. Siempre molestando y haciendo ruido. Y cuando le pido que se calle lo hace peor: ¡me tiene harto! .- Dáriel, cariño, en esta vida cada persona es distinta. Tu hermano pequeño, al que siempre estarás unido, es completamente diferente a ti. Tú eres tranquilo, reflexivo y sigiloso, y él es nervioso, incauto y ruidoso. Además, Eiden es un niño muy feliz y su alegría, a veces, se traduce en escándalo. .- Si, pero es que ¡me pone de los nervios! .- ¡Ya, y a mí! Pero cada cual tiene todo el derecho de ser como es, y eso es algo que a nadie se le puede negar. .-   Pero entonces ¿qué hago cuando quiero estar tranquilo? .- Has de encontrar tu manera. El mundo está lleno de Eidens, en forma de personas, lugares, sucesos y momentos. Y cuando no puedas alejarte, tendrás que estar. Cada persona ha de encontrar su manera para afrontar la vida en las múltiples y diversas formas en las que se presenta. La mala no...

La pelota de baloncesto.

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  Ayer, ordenando la terraza, intentando hacer hueco en esos escasos metros cuadrados donde conviven bicicletas, juguetes, tendedero y mesita con sillas de jardín, decidimos deshacernos de algunos cachivaches incluida una vieja pelota de baloncesto. Al principio, la idea era tirarlo todo a la basura, pero tras pensarlo detenidamente, coincidimos en que era una pena acabar con la pelota de esa forma tan cruel cuando seguro que habría niños que, a diferencia de nosotros que tenemos tres, no tienen ninguna. Como estaba muy vieja y gastada, no era viable la opción de regalarla, así que pensamos que podríamos dejarla en el parque, junto a la pista de baloncesto. Enseguida nos pusimos manos a la obra y la limpiamos con un trapo húmedo, la inflamos y Dáriel escribió en la pelota, con rotulador indeleble, algo así como: “dejar siempre en la pista para que todos puedan jugar” . Esa misma tarde bajamos al parque, jugamos con ella y la dejamos junto a las canastas de baloncesto. ...

La habitación del bienestar.

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  La habitación del bienestar no se encuentra en una suite del hotel Ritz, ni en un salón de masajes. No es un rincón macabro, secreto y clandestino, de paredes cubiertas de humedad, donde se destilan las drogas de diseño que marcan tendencia. En realidad, no es un espacio físico delimitado por cuatro paredes al que se entre o se llegue atravesando una puerta. La habitación del bienestar es y está en el lugar donde duermen mis hijos. Sin columnas, sin barreras; sin límites. Es y está donde los oigo respirar a oscuras, donde dibujo sus siluetas con las manos sin tocarlos para que no se despierten. Donde el lenguaje oral o escrito no alcanza a atender tanta demanda de emociones y se queda pequeño: ridículo. La habitación del bienestar está al final del camino que recorren mis pies descalzos repetidas veces cada noche para observarlos. Para cuidar que no pasen frío, para ahuyentar los malos sueños vigilando el tono oscuro de la noche que los envuelve. NO HAY PELIGROS. NO HAY DRAGONES:...

Ternura y dulzura

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  Ternura en el tono en que hablamos a nuestros pequeños. Dulzura al repetir las palabras o sonidos del bebé. Ternura en la sonrisa inconsciente al observarlos. En la paciencia que no sabíamos que tuviéramos. En el cuidado con que los sujetamos (ya sea su cabecita cuando recién nacidos o su mano de camino al cole). Dulzura en el silencio mientras se aguarda a que encuentre las palabras para formar una frase. Ternura en el consuelo por algo insignificante que para ellos es un mundo. Dulzura en los te quieros que tiempo atrás éramos incapaces de verbalizar. Ternura al doblar sus ropitas, al hacer sus camas y recoger juguetes. Al encontrar dibujos perdidos del día de los padres, al contemplar las fotos impresas del bebé que fue. Dulzura ayudándoles a guardar su diente bajo la almohada o llevando con él vasos de agua para los renos de Papá Noel. Ternura en los nombres inventados para llamarnos con dulzura. Dulzura en el aire, ternura en la piel. No hay amor sin ternura cuando de un n...