En mi casa no se plancha.

 


La vida se mide en tiempo. Cuando un ser vivo nace, su vida se mide en la cantidad de vueltas que dan las agujas del reloj hasta su muerte. Pero la mayoría de ese tiempo necesitamos emplearlo para asegurarnos el bienestar como puede ser dormir, alimentarnos, trabajar ... La pequeña porción que nos queda después de eso, es lo que podemos llamar nuestro tiempo libre , y es ahí donde se plantea esta cuestión :


¿Qué valor tiene nuestro tiempo libre? ¿Se le puede poner precio en dinero? Y si es así; ¿Vale igual un minuto invertido en limpiar nuestro hogar que uno dedicado a nuestros hijos?


En determinados trabajos ganamos más dinero pero suele ser una costa de nuestro tiempo libre (trabajos de responsabilidad, lejos de casa,…) y debemos plantearnos si merece la pena el dinero de más que obtenemos un cambio de sacrificar nuestro tiempo.
En otros trabajos ganamos menos y eso supone menos responsabilidad y menos horas trabajando, lo cual nos permite mucho más tiempo libre pero, si no llegamos con soltura a fin de mes, debemos emplear parte de este tiempo libre para minimizar los gastos (lavando nosotros el coche, buscando las mejores ofertas, siendo manitas en casa,…).
Hay una línea muy fina entre las llamadas obligaciones que tenemos a lo largo del día y que solo podemos cumplir en nuestro tiempo libre (limpieza de nuestra casa, hacer la compra,…), también la hay en el tiempo dedicado a nosotros mismos (ver la televisión, gimnasio, salir con los amigos,…), aunque en realidad cada uno traza las líneas donde quiere y del grosor que quiere.
Pero cuando no tienes suficiente tiempo libre, cuando sientes que necesitas más, puedes arañar minutos de aquí y de allá, aunque normalmente eso puede repercutir en la salud porque, si le robas horas al sueño, si vas más deprisa con el coche, si comes más rápido (comida basura) y descansas menos, en fin; al final siempre termina mal.
Así que ¿dónde está el equilibrio?¿Dónde se encuentra el término medio? Osea: ¿Cuánto tiempo menos tengo que dedicarle a la limpieza de mi hogar para poder destinárselo a mis hijos? ¿Cuántas horas extras a lo largo del año son razonables si queremos irnos de vacaciones en verano? ¿Cuánto de “feo” he de sentirme por no actualizar mi vestuario, o por no mantenerme en forma, para poder darles a mis hijos todos sus caprichos? Quizá debamos empezar por replantearnos las costumbres aprendidas desde niños. Si tenemos en cuenta que los tiempos de antes no son los tiempos de ahora, entenderemos que los hábitos de antaño al hacer nuestra casa, al cocinar, al atender a nuestros hijos, no siempre resultan prácticos en los tiempos “sin tiempo” que corren.
Puede que si en mi familia trabajamos mi esposa y yo, no sea tan importante planchar toda la ropa, ni fregar el suelo cada día, ni cocinar tantos guisos, pucheros y comidas caseras. Quizá no importe tanto el qué dirán cuando las visitas vengan a casa y se encuentren las paredes pintadas por los niños o el sofá roto de tanto saltar sobre él. Quizá, si relajamos la intensidad de las obligaciones, podamos arañar un poco de ese tiempo para salir todas las tardes un rato con ellos al parque, a la plaza, al bosque,a donde quiera que sea que haya tierra sin techo y ayude a educar a nuestros hijos ya nosotros, alejándonos de la televisión y las pantallas, y acercándonos a la gente extrovertida, al viento, al agua, al sol, ya entender que el tiempo libre que tenemos, realmente sirve de algo cuando nos hace sentir libres rodeados de los que más queremos. Y el resto, solo es papeleo que a veces nos lleva a confusión.




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