Cultura de Valores contra la Cultura del Miedo

La Cultura del miedo

El miedo siempre fue el arma más poderosa utilizada para controlar a las personas, y aplicado desde la infancia, se logra interiorizar de tal manera que el individuo lo asume como algo tan natural que cuando llega a edad adulta, ni siquiera se cuestiona su veracidad. 

Pero lo malo de todo esto es que, quienes crecimos en la cultura del miedo, a veces no nos damos cuenta de que lo seguimos utilizando para educar a nuestros hijos, ya que al fin y al cabo, sigue siendo una alternativa rápida y eficaz para controlar, sin detenernos a pensar en la crueldad y en las consecuencias psicológicas que acarrea: poca iniciativa y pérdida de autoestima, pesadillas, incremento de miedos, estados de ansiedad, mayor tendencia a depresión, bloqueos en situaciones de estrés, ... son solo algunas de las consecuencias de esa mala práctica que a veces nuestros padres, llevados por el desconocimiento, aplicaron durante nuestra infancia.

Aquí no valen los atajos: educar requiere su tiempo.

Igual que no podemos cocer un huevo en menos de ocho minutos, pues la yema saldría líquida, tampoco se puede educar con "el hombre del saco", pues cargamos de por vida la mochila de nuestros hijos con el lastre del temor.

Es muy fácil tirar de las frases que nos han acompañado desde pequeños, y más si son rápidas, automáticas y efectivas, ¿qué más se puede pedir? Pero tenemos que tener en cuenta que educar es un proceso que requiere su tiempo y no se pueden hacer trampas para acelerarlo sin que tenga consecuencias.

Cultura de Valores

La respuesta a estas malas costumbres sería todo lo contrario. Hay que pensar que, además de aprender de nuestro ejemplo, nuestros hijos aprenden de lo que decimos y ahí se presenta una estupenda oportunidad para inculcarles valores.

E aquí algunos de los recursos más usados con, a mi parecer, la manera correcta de enfrentar la situación.

¡Vamos, ponte el cinturón para que no te multe la policía! Cariño, es muy importante ponerse el cinturón, porque si tenemos un accidente, el cinturón nos mantiene sujetos en el asiento impidiendo que nos golpeemos y hagamos daño.

¡No te subas ahí que como te caigas tenemos que ir al médico y te va a pinchar! Cariño, si te subes ahí puedes resbalar, hacerte mucho daño y pasarlo mal. Puedes jugar a otras muchas cosas que no sean tan peligrosas, ven mira, vamos a buscar cochinillas.

¡No te alejes que va a venir alguien y te va a llevar!Cariño, cada vez que te alejas demasiado o te perdemos de vista, nos invade un miedo enorme a perderte. Por favor, piensa en lo mal que lo pasamos cada vez que no te vemos y avísanos si te vas a alejar o a quedar en un lugar donde no te podamos ver para que nos quedemos más tranquilos.

¡No tires basura al suelo que como te vea el barrendero te va a regañar! Cariño, sé educado, no ensucies y ayuda a mantener las calles limpias. Tenemos que ser correctos y respetuosos con las normas creadas para que podamos vivir en armonía en nuestra ciudad.

¡Lávate bien tus partes, las axilas, los pies, ... no seas guarro! Cariño, lava bien todo tu cuerpo para mantenerte limpio y sano. No hay nada mejor que la higiene diaria para sentirse bien. Asearnos nos da confianza en nosotros mismos y nos enseña a aceptar con naturalidad nuestro cuerpo.

¡Cepíllate bien los dientes que si no te salen bichos! Cariño, cepilla y cuida tus dientes que son la imagen de tu sonrisa. Mantenlos blancos y sanos para que te duren toda la vida. Unos dientes cuidados hacen ver a todos que somos una persona limpia y educada. O lo que es lo mismo, muestran a los demás que pueden confiar en ti.

¡Haz deporte que no te pongas gordo! Cielo, cada vez que practicamos un deporte o hacemos ejercicio caminando, corriendo o jugando en el parque, nuestro cuerpo se mueve y se mantiene en forma. El ejercicio físico nos ayuda a mantenernos sanos y saludables.

¡Si alguien te hace algo malo, tú se lo haces el doble! Cariño, si alguien te falta al respeto no respondas con violencia. Piensa que te está provocando y responder de la misma manera sería rebajarte a su mismo nivel. Demuéstrale que estás muy por encima de él en inteligencia y educación ignorándolo. Luego decide si debes de contárselo a un adulto, a tus padres o simplemente no vale la pena.

¡Si saludas y no te responden, no saludes más! Cariño cuando se llega a un lugar se saluda y cuando nos vamos, lo hacemos con un Adiós. No importa si los demás te devuelven el gesto, allá ellos. Ser una persona educada depende de ti y no de la reacción de los demás.


Cada segundo que pasamos junto a nuestros hijos es una oportunidad para enseñarles a ser una buena persona. Cada comentario, cada gesto, cada detalle a nuestra vista insignificante, todo suma y cuenta.




 

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