Sois sin saberlo.
A veces, las palabras que escribo son retales que caen sobre el papel al arañarme el alma pensando en vosotros.
Sois la dulce forma de
entender que cuando me haya ido, seguiré presente a través de vuestros actos.
Por eso reúno lo bueno y os lo doy a beber a sorbos. Por eso acomodo mi
sabiduría entre las ropas recién planchadas de vuestro equipaje, con la
esperanza de que la encontréis a tiempo de evitar desastres. Por eso, cuando
soltéis amarras en este mar incierto de invisibles acantilados, los vientos hincharán
las velas que cosimos juntos, las olas lamerán el casco que moldeamos y
trazaréis rumbo, en vuestro flamante velero, gobernando con mano firme, ojos
despiertos y corazón templado.
Sois la sutil manera que tiene
el tiempo de pasar las páginas del calendario: hoy febrero, mañana verano y de
repente un nuevo año.
Sois la ilusión, cuando pienso
en el futuro. Sois la línea que traza el mar en el horizonte un día claro y
despejado del mes de Mayo.
Sois sin saberlo, sin
pretensiones; y esa, esa es la forma más hermosa que hay en el mundo de ser.
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