Aviones de papel.

 


Hay un sentimiento muy sutil de honestidad en los juguetes de antaño. Es como un pequeño matiz de nobleza, un suspiro de nostalgia, una ráfaga de confianza y bienestar. Los recuerdos, cuando sanos y amables, nos tienden sus manos cálidas, nos deleitan con la tranquilidad de sentirnos seguros y hacen que todo lo que se mueva en ese entorno nos aporte calma y satisfacción. Y en este ámbito, como actores principales sobre el escenario, es donde podemos encontrar los juguetes de madera, las canicas, los juegos de pelota, la rayuela, el escondite, …


No estoy en contra de pasar un buen rato con la Nintendo Switch explorando mundos en Minecraft, o conectados online con amigos en Fortnite, pero para un padre metido ya en los cuarenta, ver a sus hijos jugando a diseñar y volar aviones de papel, observarlos boquiabiertos con documentales de animales peligrosos o riendo a carcajadas con lo mejor del cine mudo de Buster Keaton es algo que, sencillamente, no tiene precio.


Llámenme arcaico, añoso o viejo obsoleto, pero no puedo evitar que se me humedezcan los ojos cuando los sorprendo con un cómic de Mortadelo y Filemón entre las manos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tercero de primaria. Ocho años.

Que no decidan por ti

Una salud de hierro