Volver atrás
Es curiosa la manera desinteresada, altruista y sin pretensiones que tienen nuestros hijos de darnos lecciones. La verdad es que ellos lo hacen de forma inconsciente y espontánea, a diferencia de los adultos que, con la excusa de enseñar, solemos elegir premeditadamente el momento, el lugar y la doctrina.
El caso es que ayer, cuando llegamos a casa después de pasar la tarde en el cine, comentando con mi hijo mayor los poderes que tenía el protagonista sobre el control del tiempo, me dijo que a él también le gustaría poder volver al pasado. Y yo, pensando con esa mente obtusa que tenemos los mayores, respondí dando por hecho:
“ ¡Claro, igual que a todos: para poder reparar aquello que hicimos mal!”
A lo que respondió, mirándome con expresión confusa:
“ ¡No papá!: para poder volver a disfrutar de los buenos momentos”.
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