CONSEJO I
(Hay una edad en la que para nuestros hijos somos omniscientes, conocemos todas las respuestas, así que nos dedicamos a decirles qué y cómo tienen que actuar.
Van creciendo y descubren, o descubrimos, que no es cierto, así que dejamos de DECIRLES qué hacer para ACONSEJARLES lo que podrían hacer).
CONSEJO 1: SIEMPRE HAY ALGUNA RAZÓN.
Tachamos a la gente de idiotas e incompetentes para así no tener que pensar las razones de sus actos y, desgraciadamente, es algo tan común como respirar: “ Aquella señora en sillita de ruedas siempre va por la carretera, ¡vamos, como si no tuviese acera !” (y no nos planteamos que la acera tiene entradas de vehículos a garajes que hacen el firme intransitable).
“¡ Que tonto ese señor, lleva puestas las gafas de sol dentro de la tienda!”
“¡ puaf, mira aquella mujer; va conduciendo sola en el coche con la mascarilla puesta !”, …
Lo cierto es que, si nos ponemos a pensar, encontraríamos muchas razones para explicar cada conducta, pero parece que en lo más profundo de nuestro ser, la descalificación lleva un aliciente oculto que engrandece nuestro egocentrismo. Algo así como una vocecilla aduladora que nos susurra que somos mejores que los demás.
Así que, por favor hijos míos, no os acostumbréis a justificar las acciones de los otros con menosprecios, porque lo único que estaréis demostrando será vuestra propia estupidez.
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