CONSEJOS II
(Hay una edad en la que para nuestros hijos somos omniscientes, conocemos todas las respuestas, así que nos dedicamos a decirles qué y cómo tienen que actuar.
Van creciendo y descubren, o descubrimos, que no es cierto, así que dejamos de DECIRLES qué hacer para ACONSEJARLES lo que podrían hacer).
CONSEJO II. QUÉ TIPO DE PERSONA QUIERES SER.
Ayer fuimos a hacer la compra a Mercadona. Bromeando con Andrés, el señor de la Caja, se me olvidó validar el ticket del parking, por lo que cuando llegamos a la salida, la barrera no abría. Al parecer el botón de ayuda estaba averiado, así que por más que llamaba nadie atendía.
En el rato que me llevó intentar comunicarme a través del poste, se hizo una cola de coches y antes de que pudiera tratar de apartarme, ya tenía al menos cinco o seis coches tocando el claxon. De nada sirvió poner la marcha atrás intentando apartarme pues el coche de atrás no podía moverse ya que el de detrás de él tampoco se movía.
Mis hijos estaban en silencio, sentados con sus cinturones puestos, y observando incrédulos la situación rocambolesca que se estaba produciendo. Me vieron respirar, armarme de paciencia y salir del coche lentamente. Una vez fuera, sacando de mi interior una voz de barítono que hasta ese momento desconocía, grité con todas mis fuerzas:
“A ver, el que quiera salir que vaya dando marcha atrás”
y parece que todos lo oyeron pues dejaron de pitar y, despacio, empezaron a retroceder comenzando por el último de la fila. Cuando tuve hueco, me volví a meter en el coche y conseguí hacerme a un lado donde permitir el paso.
Durante las maniobras que tuve que hacer, la cola se multiplicó y, aunque al dejar la vía libre los coches empezaron a salir de manera ordenada, al llegar al quinto vehículo volvió a ocurrir: de nuevo otro se quedó atrapado delante de la barrera y todos empezaron a pitar.
En ese momento me volví, miré a mis hijos y les dije:
“chicos, esperad aquí que ahora vuelvo” .
En dos zancadas subí por las escaleras, me acerqué a la línea de caja y les hice saber el problema. Para cuando volví, ya habían subido la barrera de manera permanente y todos los coches salían.
Antes de girar la llave, les dije a mis hijos:
“¿Habéis visto? En esta vida siempre vais a tener dos opciones: levantaros y solucionar los problemas, o quedaros pitando. Por favor, no seáis nunca de los segundos” .
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