Papá lo siento, papá te quiero.

 


Mi pequeño Eiden está en la edad de las palabrotas y, aunque nunca profirió hacia nosotros ninguna grosería, sí se las dedica a su hermano cuando le saca de quicio.

Ya le expliqué que son palabras ofensivas, malsonantes y de feos significados. Le hablé sobre la mala impresión que dan las personas que las utilizan y me armé de paciencia a sabiendas de que solo es una época más, que dentro de poco dejará de utilizarlas (por lo menos dentro del entorno familiar, pues en casa nunca se usaron ).

Pero anoche, cuando llegaba tarde y cansado del trabajo y lo oí, peleando con su hermano mayor, soltarle aquel “pildorazo”, cuando coincidimos las miradas (él esperando una reprimenda y yo no haberlo escuchado), no pude más que bajar la vista y alejarme de allí sin decir nada.

Esa noche papá le negó la mirada, no lo acompañó a cepillarse los dientes, no le contó el cuento tras apagar la luz, no atendió a sus disculpas ni a sus reclamos. Solo se limitó a darse una ducha y a meterse vencido en la cama. No tenía cuerpo, no tenía fuerzas, agotado de paciencia y voluntad.

Sin embargo una extraña sensación no me dejó conciliar el sueño.

Pasaron horas de duermevela dando vueltas a la almohada hasta que a las tres de la madrugada, rompiendo el silencio de la noche, oí, hablando en sueños, a mi pequeño desde mi habitación: “Papá lo siento, papá te quiero” . Y saltando como un resorte fui a abrazarlo a su cama: “Ya lo sé mi vida, duérmete cielo, ya pasó” . Mi pequeño con los ojos cerrados, me cogió de la mano y se giró acomodándose en posición fetal. Y en ese abrazo forzado, mientras le acariciaba el pelo, comprendí qué era aquello que no me había dejado dormir. Entendí que mi conciencia me había estado mostrando su desacuerdo. Porque una cosa es saber que el mayor miedo que puede tener un niño es el miedo al abandono, y otra cosa muy diferente es entenderlo.


Lo siento cariño, lo siento.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Tercero de primaria. Ocho años.

Que no decidan por ti

Una salud de hierro