La vida real: para vosotros, esa gran desconocida.

 


Esas tantas cosas que os tengo que enseñar no serán todas bonitas.

Llegada la edad en que vais entendiendo he de mostraros la vida. La vida desnuda: la vida real.

 

Hubiera preferido que fuerais vosotros, con el tiempo, quienes la descubrierais. Pero maldito internet con los “likes”, el “postureo” y esa estúpida hipocresía que os lo confunde todo. Y maldita costumbre que estamos tomando de perfumeros hasta el aire que vais a respirar.

 

En la vida real no toda la gente muere de vieja. Están los que se suicidan sabiéndolo y los que lo hacen sin ser conscientes (las drogas y los excesos son la forma de morir de los ingenuos).

 

En la vida real existen los monstruos (os mentía cuando os decía que sólo habitan en nuestra imaginación). Siento no haber sido sincero, pero la realidad es que estamos rodeados de personas carentes de humanidad y son esos los engendros y desechos malévolos que hemos de evitar.

 

Y, por último, para no extenderme demasiado en el apartado de “las malas noticias”, haceros saber que hay un mal silencioso muy latente en nuestra vida real. Un mal que nace de nosotros y que si no aprendemos a manejarlo será él quien nos llegue a controlar. Se llama envidia y está detrás de la mitad del odio que se destila en el mundo.

 

Como veis el panorama no es nada halagüeño, pero, aunque a veces el mundo real se puede presentar oscuro, cuando menos os lo esperéis, encontraréis personas que os tratarán con educación y respeto, demostrandoos que no está todo perdido.

 

Así que, hijos míos, caminad por la vida con la entereza con que lo hacen los caballeros y demostradle al mundo que no está todo perdido.


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