Nadie supera mi riqueza en este mundo.

 


Soy el más rico porque lo tengo todo. Habrá otros muchos que tengan tanto, pero nadie que tenga más que yo.

Tengo salud y salud tienen lo míos. Sin ella en mi familia, dejaría de ser: cualquier cosa dejaría de serla si en mi familia reinara la enfermedad.

 

Tengo amor. Amor responsable del brillo de mis ojos. De la elasticidad de las arrugas en la comisura de mi sonrisa. De la candidez de mi voz templada. De la suavidad de mi mullido regazo. De tener lo mucho que tengo por teneros a vosotros.

 

Lo tengo todo porque nada me falta. Habrá quien tenga millones en oro, pero no tiene millones de besos agolpados en sus labios impacientes por salir. Ni millones de abrazos cálidos, deambulando por el cuerpo, deseosos de ser dados. Soy millonario en buenos deseos, en optimismo perpetuo, en amistades absolutas. Soy por ti y por vosotros. Soy, y de tanto ser me desvanezco hasta el extremo en el que no se encuentra luz durante el día, que no lleve consigo el acento de vuestro nombre.

 

 

Dichoso a más no poder, y es que Soy como padre y aún Soy como hijo. Y más que afortunado por teneros, soy afortunado por saberlo.

 

(Solo nosotros podemos valorar la riqueza que atesoramos en la vida. Enseñemos a nuestros hijos que los mejores tesoros son aquellos que no se pueden guardar bajo el colchón).


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