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Que mi desorden no influya en vuestro crecimiento.

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  Cuando algo nos afecta mucho, hay que analizar la situación. Solemos tirar balones fuera acusando a los demás, pero a veces el problema está en nosotros. Como el que tenía el dedo roto y decía que le dolía en todas partes donde se tocaba. Oh aquel que olía mal allá a donde iba y era que había pisado una caca y llevaba sus restos en la suela del zapato. Pero si tengo el brazo roto sin saberlo y alguien me toca, voy a gritar de dolor echando las culpas al que me ha tocado. "Ahh cuanto daño me has hecho, eres malo, tú tienes la culpa" Por eso hay que auto chequear nuestro interior y reconocer nuestras heridas para no equivocar la procedencia del dolor. Cuando reconozco cuales son mis "taras", puedo decidir la manera de relacionarme sin sufrir. Y llegado el caso, puedo minimizar el daño preparando de antemano mi corazón, sin culpar, sin recriminar. Mis hijos siempre serán libres de ser y vivir su vida como quieran. Y yo no puedo anteponer mis prejuicios a ese ...

Una sociedad que evoluciona.

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  Veníamos de una sociedad donde solo ganaba el sustento familiar el hombre. La mujer cuidaba a los niños y se encargaba del trabajo de casa. Pero llegó el capitalismo y nos estafó, porque con la excusa de una sociedad más igualitaria donde ambos aporten el salario, en vez de vendernos que padre y madre se repartan el trabajo, osea., 4 horas cada uno, y el cuidado de los hijos y la casa por igual, nos vendieron el 10 horas cada uno y los hijos en casa solos conectados a las pantallas sin supervisión. Una sociedad que evoluciona es aquella que permite sobrevivir a una familia con el salario correspondiente al trabajo de ocho o nueve horas. Una sociedad que evoluciona es aquella que premia a las familias y les da la importancia que se merecen. Una sociedad que evoluciona es aquella que sabe que un niño, bien educado por sus padres, es un miembro integrado perfectamente que contribuirá al buen funcionamiento del grupo social. Venimos de una generación donde nadie nos ha ense...

Seamos realistas.

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  Yo no hago ejercicio para conseguir un cuerpo diez. A mis cuarenta y seis años tengo claro que eso no va a poder ser, pero lo hago porque me ayuda a estar y sentirme sano (y, ya puestos, educo a mis hijos con el ejemplo). Yo no estudio inglés para hablarlo perfectamente: teniendo en cuenta mi edad y el tiempo que le dedico, soy consciente de que nunca alcanzaré el nivel deseado. Pero seguir estudiando me ayuda a mejorar, mantiene mi cerebro joven y enseño a mis hijos que en la vida nunca hemos de dejar de aprender. Cuando los objetivos están claros se aprende y se enseña sin miedo al fracaso. Se demuestra confianza y regularidad. Por eso, si mi hijo es envidioso, o es despistado, o temperamental, …, he de tener claro que va a ser así toda su vida, es algo que no voy a poder cambiar. De nada me sirve castigarlo por haber perdido de nuevo el taper en el colegio. Pero puedo enseñarle a reconocerse, a aceptarse tal y como es y a suavizar el impacto de las consecuencias. Le ense...

Hoy está lloviendo: hoy también se sale.

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  En los tiempos edulcorados en los que vivimos se hace difícil enseñar a nuestros hijos los mecanismos de la vida. Esta realidad de paredes de algodón, inventada a medida, donde los tenemos interactuando con un mundo que apenas les roza, en vez de ayudarles a ser autónomos, lo que hace es fomentar su inmadurez. Y esta es la razón por la que desde hace algunos años empecé a enseñarles en la adversidad.   Que llueve, pues salimos con paraguas y traje de lluvia. Que hace calor, pues ya buscaremos la sombra caminando pegaditos a los edificios.   El frío se vence con la ropa adecuada y el viento siempre viene de una sola dirección.   Hemos de sacarlos a la tormenta de vez en cuando porque la vida es un tren que no espera. Y si no les enseñamos eso mientras estamos con ellos, tendrán que aprenderlo solos tras llegar tarde a la estación perdiendo trenes que quizás sean decisivos para el resto de sus vidas.   Se aprende más de la derrota que de las vi...

Que no decidan por ti

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  -Hola Dáriel ¿qué haces? -Aquí, viendo vídeos de Tic-Toc -Ahh, y ¿qué ves? -No sé; lo que me ponen. -Cariño no tienes que ver siempre todo lo que te ponen, recuerda que tú puedes decidir. El tiempo es lo más valioso que tenemos en la vida, por lo que, si lo vas a invertir en ver vídeos, sé tú quien decida qué contenidos ver. A todos nos gusta divertirnos y que nos entretengan. En eso las redes sociales son especialistas, pero hemos de saber hasta dónde abrirles la puerta, pues están diseñadas para atrapar toda nuestra atención, narcotizando nuestra voluntad. Has de entender que todo lo que vemos, oímos o sentimos, va dejando huella en nuestro interior. Así que no dejes que las redes amueblen tu cabeza de cualquier manera y aprende a usar internet como herramienta o será ella la que te utilice a ti.

Una salud de hierro

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  La herencia de los padres no se puede limitar a la educación de la mente de sus hijos, sino que también hemos de educar para cuidar su cuerpo. Son tres los hábitos que conforman los pilares fundamentales para que nuestros hijos tengan una salud de hierro el resto de sus vidas: .- Alimentarse correctamente. .- Practicar deporte. .- Dormir adecuadamente. Como siempre se trata de dar ejemplo adoptando rutinas que se conviertan en hábitos. Y no, no valen las excusas porque, en una casa donde no se compran dulces ni yogures, y los fruteros y cajones del frigorífico rebosan de frutas y verduras, los niños comen sano. En un hogar donde los padres regularmente salen al campo, a la playa, a pasear en bicicleta, van a correr o tienen rutina de gimnasio, los hijos crecen abrazando el deporte y el aire libre. En un hogar donde a las diez de la noche se apagan luces y pantallas, y se establece la costumbre común de irse juntos a la cama (cepillado de dientes, cuento antes de dormir, abrazos ...