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Mostrando entradas de abril, 2021

Kit básico de papá y mamá.

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 Militares con mochilas tácticas, exploradores con equipos de supervivencia, expediciones científicas, acampadas en la montaña, viajes al extranjero o simplemente pasar un día con la familia en la playa. Todo esto tiene mucho que ver con el tema de este post: Prever y adelantarse a una necesidad. En realidad, dependiendo de los padres, esta lista podría ser inmensamente mayor, pero en definitiva, se trata de nombrar lo más accesible y relevante que pueda caber en el bolso del carro o en una pequeña mochila con la que salir al parque con los niños.  En general el Papá es el que se encarga de que no falte un juego de destornilladores pequeños para arreglar o cambiar las pilas agotadas de los juguetes, un paquete de pilas, un pequeño inflador cuando salimos con las bicis, una botellita con el líquido de hacer pompas (en mi caso suelo comprar una garrafa grande y voy rellenando la botella), una linterna pequeña, lápiz, papel, unos cochecitos, ... La Mamá siempre atenta a las herid...

DETALLES

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  Cuando escuchamos hablar a psicólogos, pedagogos, expertos en conducta infantil o "Supernannys de la crianza", siempre oímos los mismos métodos para educar a nuestros hijos, para guiarlos y ayudarlos a entender sus pataletas, "técnicas" para evitar que caigan en la frustración, maneras correctas de abordar situaciones (cuando dicen palabrotas, cuando no quieren compartir, cuando pelean, cuando se obsesionan, ...). Parece que ya está todo escrito y que por tanto, solo hay que consultar el manual de cualquiera de estos "gurús" para hacerlo todo bien y que nuestra vida familiar sea de color de rosa. Ya podemos ser la familia perfecta donde reine el amor, el respeto, la felicidad y la comprensión. Pero parece que, en este asunto, a todos se les olvida un detalle bastante importante y deberían adaptar todas sus enseñanzas a ese ignorado matiz: EL TIEMPO. Creemos ser dueños de nuestra vida pero la realidad es que somos esclavos del Reloj. Y es que a las 9:00 c...

No, no soy perfecto.

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  Me ponéis a prueba todos los días, ¿Y hoy, cuántas veces lo habré hecho bien y cuántas mal?  Hubo un tiempo en que me hacía esta pregunta muchas veces; era un autocrítico despiadado (no hay verdugo más cruel que nuestros propios pensamientos). Me informaba, leía, consultaba... siempre encontraba en la red una frase estupenda seguida de una foto que llevaba toda la razón. Siempre alguien explicaba la manera correcta de proceder en cada ocasión. Y yo que nunca acertaba, yo nunca conseguía actuar igual. Por todos lados me llovían ejemplos de los padres perfectos, la familia perfecta, la vida perfecta... un estado constante de felicidad.  Ahora ya no consulto tanto buscando respuestas, ahora no me creo todo lo que dicen: La vida es un constante cambio de estados puesto que somos seres emocionales. Al final llegué a la conclusión de que unos padres que viven y se desviven por sus hijos, orbitando alrededor de ellos desde que nacen, probablemente no lo hagan del todo mal.

En mi casa no se plancha.

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  La vida se mide en tiempo. Cuando un ser vivo nace, su vida se mide en la cantidad de vueltas que dan las agujas del reloj hasta su muerte. Pero la mayoría de ese tiempo necesitamos emplearlo para asegurarnos el bienestar como puede ser dormir, alimentarnos, trabajar ... La pequeña porción que nos queda después de eso, es lo que podemos llamar nuestro tiempo libre , y es ahí donde se plantea esta cuestión : ¿Qué valor tiene nuestro tiempo libre? ¿Se le puede poner precio en dinero? Y si es así; ¿Vale igual un minuto invertido en limpiar nuestro hogar que uno dedicado a nuestros hijos? En determinados trabajos ganamos más dinero pero suele ser una costa de nuestro tiempo libre (trabajos de responsabilidad, lejos de casa,…) y debemos plantearnos si merece la pena el dinero de más que obtenemos un cambio de sacrificar nuestro tiempo. En otros trabajos ganamos menos y eso supone menos responsabilidad y menos horas trabajando, lo cual nos permite mucho más tiempo libre pero, si...

Me mueve vuestro respirar.

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  Voy a construir, para surcar el cielo, una máquina con alas sobre un diente de León.  Que el viento decida mi rumbo, mi energía que proceda del sol.   Que el reloj caprichoso del tiempo no llegue a alcanzarme en mi nave de algodón.   Que el camino que lleva a tu aliento sea paz, sea canción.   Que los sueños volando despierto sean latidos de mi corazón.   Y si el viento remite y no avanzo. Y si me quedo en el mismo lugar.   Será porque ya me olvidaste y dejaste de soplar. Cristóbal Ramírez Solano

Nuestros hijos son egoístas, egocéntricos, crueles e irascibles.

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    Los queremos tanto que daríamos la vida por ellos, pero tenemos que aceptar que son unos pequeños salvajes a los que tenemos que educar.   En realidad es de lo más normal, nuestros hijos vienen con esas adaptaciones de fábrica preparados para sobrevivir en el mundo real que no es otro que la naturaleza (nada que ver con la burbuja donde los tenemos), y ahí, solo se mantiene con vida el más egoísta.   No importa cómo de mezquino e insensible se pueda llegar a ser para sobrevivir.   Por eso es tan normal que nuestro pequeño no empatice con los demás cuando los ve llorando, no se le ocurra que los otros pueden querer también esas galletas tan ricas que él come, o que para conseguir ese juguete de colores tan llamativos, valga cualquier método , incluyendo golpear o morder. También es cierto que cuando nuestros hijos nacen, vienen programados para experimentar esas sensaciones tan complejas que son las emociones y que los llevan a situaciones anímicas que no sab...

El zapato de Cenicienta.

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Todos hemos crecido con los cuentos clásicos. Los hemos visto, oído y leído cientos de veces. Pues bien, una mañana, cuando mi hijo Dáriel tenía unos seis años, me preguntó:  " Papá, en el cuento de la Cenicienta, si el hechizo terminaba a las doce, ... ¿por qué no desapareció el zapato?" 

AQUÍ EMPEZÓ TODO... ¿OS SUENA?

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 Padres Primerizos ¿A lguna vez han tenido la sensación de que los demás les miran mal? ¿Alguna vez, sin conocer la razón, han notado algo extraño o sospechoso, o incluso algunos detalles insignificantes que sumados unos con otros les han llevado a intuir que algo no va bien? Pues eso fue exactamente lo que nos sucedió a mi mujer ya mi, hace poco más de un mes, una agradable tarde de principios de junio.   Antes de nada he de aclarar recientemente que hemos sido padres de un niño precioso llamado Dáriel, y que mirar sus ojos límpidos y cristalinos se ha convertido en la experiencia más intensa que hayamos experimentado nunca. El caso es que ese caluroso día de finales de primavera habíamos planificado hasta el último detalle de lo que sería el primer paseo que daríamos con el pequeño que pronto cumpliría un mes de vida. Porque desde que nació, y debido al inusual mal tiempo, no habíamos salido de casa (excepto una visita al pediatra cuando le salieron todas esas ronchi...