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Mostrando entradas de mayo, 2021

Humanizando la comida

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  Una de las cosas que nos enseñan los cuentos clásicos es a aceptar la realidad sin maquillaje emocional. En la vida se nace y en la vida se muere. Están los que dan la vida y están los que la quitan. El Lobo se comió a Caperucita y a la Abuelita, y al final se ahoga en el río. Hansel y Gretel fueron abandonados a su suerte en el bosque por sus padres. El Soldadito de Plomo muere abrasado en la hoguera. El Flautista de Hamelin se lleva a los hijos de los aldeanos y nunca más se vuelve a saber de ellos. Los Ogros comían niños, y los protagonistas, al final de los cuentos, eran felices y comían perdices. Sin embargo, en los cuentos de ahora, en los dibujos animados, en las películas Disney,... los peces ya no se pescan, sino que hablan, piensan y sienten como cualquier persona (" Bob Esponja ", " La Sirenita ", " Buscando a Nemo "). Las granjas ya no son criaderos de animales para proporcionarnos alimento (" La vaca Lola ", " el pollito Pío ...

Juguetes de Interior

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  Es curiosa la reciprocidad que encierra un juguete cuando el niño que lo adquiere experimenta la misma satisfacción que el adulto que lo entrega. El objeto más anhelado por nuestros hijos es el que más se disfruta cuando se da. Atrás queda la búsqueda, el estudio del precio, el lugar donde obtenerlo y la elección del momento. Curiosamente la cara de felicidad del que lo entrega está destinada a ser siempre inadvertida pues, cuando somos niños solo tenemos ojos para nuestro regalo y, cuando adultos, solo los tenemos para la reacción de nuestros hijos ¡cuántas caras de “bobos” se han perdido las cámaras ocultas al no gravar nunca la expresión de quienes entregan el obsequio! Pero bueno, no nos vayamos por las ramas, aquí lo que importa es el juguete, o por lo menos, es de eso de lo que pretendo hablar. Los hay de diferentes materiales, tamaños, colores y formas, pero al final todos tienen una única cosa en común: los niños le dan vida con su imaginación . Y es que sin eso, sin c...

Nuestros hijos NO son de nuestra propiedad, NO somos los dueños de su imagen, de sus tiempos, ni de sus derechos.

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Creo que aquí solo cabe una palabra que pueda resumir perfectamente esta situación: RESPETO . .- Respeto hacia su imagen : Que él no tenga acceso a internet para verse publicado en redes sociales donde lo puede observar cualquier persona del planeta, no significa que esté de acuerdo (sobre todo si todavía se esconde, de pura vergüenza, detrás de nosotros cuando hablamos con otra persona). .- Respeto hacia sus gustos : Todo ser vivo tiene preferencias desde el momento en que tiene poder de decisión. Educar a nuestros hijos enseñándoles a valerse por sí mismos, es educarlos enseñándoles a decidir por sí mismos. Así que si deciden que no se quieren poner ese jersey, porque no le gusta, hay que tenerlo en cuenta, hablarlo, tratarlo, no como un capricho inventado para hacernos la vida más difícil, sino como la voluntad de una persona que decide. Pequeña todavía, sí, pero persona. .- Respeto a su voluntad de compartir gestos de cariño : Cada individuo es dueño de su cuerpo y, como tal, único...

Cultura de Valores contra la Cultura del Miedo

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La Cultura d el miedo El miedo siempre fue el arma más poderosa utilizada para controlar a las personas, y aplicado desde la infancia, se logra interiorizar de tal manera que el individuo lo asume como algo tan natural que cuando llega a edad adulta, ni siquiera se cuestiona su veracidad.  Pero lo malo de todo esto es que, quienes crecimos en la cultura del miedo, a veces no nos damos cuenta de que lo seguimos utilizando para educar a nuestros hijos, ya que al fin y al cabo, sigue siendo una alternativa rápida y eficaz para controlar, sin detenernos a pensar en la crueldad y en las consecuencias psicológicas que acarrea: poca iniciativa y pérdida de autoestima, pesadillas, incremento de miedos, estados de ansiedad, mayor tendencia a depresión, bloqueos en situaciones de estrés, ... son solo algunas de las consecuencias de esa mala práctica que a veces nuestros padres, llevados por el desconocimiento, aplicaron durante nuestra infancia. Aquí no valen los atajos: educar requiere su t...

Papá, tengo caca.

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  Una de las muchas cosas que nos enseñan los niños es a restablecer nuestro concepto de hacer caca al modo natural y original que teníamos cuando éramos pequeños. Podemos imaginar perfectamente a Jesucristo, a Mahoma, a Buda, bebiendo un vaso de agua. A Hamlet, Sherlock Holmes, o a Papá Noel realizando cualquier tarea en sus contextos. O incluso a Shakira, a Donald Trump o a Cristiano Ronaldo... qué sé yo; esquiando.  Para nosotros es natural poder pensar que cualquiera de ellos pudiera estar comiendo, tarareando una canción, rascándose la cabeza o con un ataque de tos. Pero... ¿y haciendo cuerpo? Porque los hijos de los Dioses también harían la digestión, ¿no?. ¿Por qué no podemos pensar en Hamlet o Shakira soltando una ventosidad? Son gases intestinales que todos generamos. ¿Por qué nos cuesta tanto imaginar a Cristiano con sus calzonas de último diseño bajadas hasta el final de sus potentes piernas depiladas, bronceadas y esculpidas, sentado en un váter blanco, apretando l...

Somos cinco segundos.

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 Uno........................................................................ .....................Dos......................................................................... ..............................................................................................................................................Tres........................................................... .........................................Cuatro.............................................................................................................................................Cinco. El tiempo que se tarda en leer hasta aquí, es el que dedicamos a la mayoría de las cosas que nos rodean. ¡Triste! ¿Verdad? Desde que  nos despertamos cada mañana, hay una voz omnipresente que nos va dictando qué hacer y, como borregos, vamos todos precipitadamente a cumplir las órdenes pues, al parecer, los primeros tienen premio. Nuestro cerebro procesa la vida como un videojuego: ¡ Ahora rápido a la derecha ! ...